periodismo loreto

Articulos escritos por el periodista Jaime Vásquez Valcárcel desde Iquitos, capital de la Amazonía peruana.

Friday, September 08, 2006

La felicidad, ja, ja, ja

ESCRIBE: Jaime Vásquez Valcárcel

Leo con beneplácito el artículo de Gustavo Gorriti donde fija posición sobre el cobro de varios millones que hiciera en diciembre pasado Baruch Ivcher y que con claridad llama “cobro mercenario”. Ya sabemos cómo actúan y cobran los mercenarios. Leo a Gorriti y observo a muchos Ivcher en esta aldea y sonrío a carcajadas. Leo a César Hildebrandt en “Caretas” y, también, en “La República” cuando confiesa que se inició a los 32 años en la televisión y ha sufrido 14 cierres de programa. Escribe sobre Zileri y Lévano, dos grandes del periodismo del bueno, y medito cuando afirma que ha cometido errores pequeños y grandes. Exclamo: sí, pues, en nombre del periodismo se comete errores pero hay que tener la decencia de admitirlos. Me comentan sobre las rabietas de algunos personajes del micrófono e inclusive me narran que uno de ellos se enfureció por mi último artículo pero con la persona equivocada. Cuando el artículo de la discordia no admite equivocaciones.

En medio de todo esto, a raíz de las dificultades de los últimos días y ante la cercanía del día de la amistad y del amor, aunque algunos confunden la amistad con el amor y quieren hacer el amor con sus amistades, debo confesar que he sido feliz, soy feliz. A pesar de. He conversado como nunca con mi madre. He comido como lo hacía cuando niño, carne del monte, humarí como lo hacía en mi época colegial. Abracé a mi madre en mi cama como ya me había olvidado de hacerlo. No he sido tan infiel con mi mujer –que está en esas vacaciones matrimoniales que mi primo Gustavo Vásquez se encargó de imprimir en mi vida- y para ser sinceros, en esas cuestiones soy como el fútbol peruano, es decir, juego bonito pero nunca meto los goles que debería. ¿Me entienden, no? Me he dado cuenta, también, que las adversidades siempre me sirven para avanzar y como colofón de todo esto, de esta felicidad inmensa por estar pasándola bien en compañía de mi madre, los reportes diarios de visitas a la página web de Pro & Contra son cada vez más alentadores. Ayer mismo llegamos a los 1,116 visitantes cuando hace poco celebrábamos con Potrillo los 500 visitantes y tenemos motivos más que suficientes para celebrar el éxito, sólo que también lo hacemos con Pelona, Tintaya, Ross, Darwin, Ángel, Roberto, Góngora, y los miles de lectores dentro y fuera del país. Encima de todo eso ya estamos en los preparativos de la visita de Guillermo Giacosa y terminando eso tendremos que preparar la visita de Alfredo Bryce Echenique. Por éste último y hurtándole un título al autor de “El Huerto de mi amada” he querido titular este artículo “La felicidad, ja, ja, ja”. Hasta el próximo martes.

Thursday, September 07, 2006

Don Alfredo


ESCRIBE: Jaime Vásquez Valcárcel

Desde que se conocieron los primeros resultados de la votación para congresistas una falacia demasiado benévola ha recorrido las diversas salas de redacción. Benévola porque el pastor Alfredo Yong Quina durante todas sus apariciones públicas –antes y después del 9 de abril- se ha cuidado de aparecer como un hombre concertador, que lo es; como un hombre que basa su discurso en la palabra de Dios y que considera ser el llamado para extirpar de nuestra sociedad lacras que en lugar de desarrollarla la han postrado. Sin embargo, las cifras oficiales –las únicas que pueden contar para un análisis serio- no deberían generar tanto entusiasmo en Yong Quina y, más bien, empujarle a trabajar no sólo fuera de su congregación religiosa sino dentro del sector evangélico que dice le apoya incondicionalmente.

Según estas cifras el Partido Restauración Nacional obtuvo en Loreto 33,471 votos para el Congreso de la República. De los cuales 20,265 fueron preferenciales para Alfredo Yong Quina. Esto quiere decir que poco menos que dos tercios de los votos “evangélicos” fueron captados por don Alfredo. También quiere decir que don Alfredo no ha sido capaz de convencer ni siquiera a los de su propio credo religioso. Sin embargo, reitero, estas cifras –observadas con objetividad y frialdad- no quieren decir de ninguna manera que don Alfredo sea incapaz sino que debe trabajar la captación de votos de una manera distinta a la que hizo en las elecciones pasadas.

Tampoco que don Alfredo se deje engatusar, menos mangonear, porque quienes hoy se le acercan para pintarle pajaritos y soplarle al oído que tiene una votación asegurada. Esos son los oportunistas de siempre que están –para hablar en términos bíblicos- menos con Dios y más con el diablo. Si bien es cierto que el caudal electoral de don Alfredo es interesante y cautivador no es menos cierto que la votación obtenida es pequeña si la comparamos con otros candidatos en elecciones anteriores. Sólo como referencia podemos decir que, por ejemplo, Robinson Rivadneyra necesitó de 103,084 votos en noviembre del 2002 para convertirse en Presidente de la Región Loreto. Y esos votos fueron de electores cautivados por el líder de UNIPOL que superaron a los obtenidos por él mismo en las elecciones congresales de abril del 2000 y mucho más de los obtenidos el siguiente año en similares comicios. Mientras que Iván Vásquez Valera tuvo que contentarse con quedar en la puerta del horno con 90,145 votos. De esas cifras logradas en el ámbito de todo Loreto –igual que la elección de abril de este año- se puede concluir que el entusiasmo de don Alfredo no debe ser para tanto. Más aún si tenemos en cuenta que en el 2000 existían en Loreto 309,561 votantes y hoy sobrepasan los 400 mil electores.

Claro que si sesgadamente miramos la votación de don Alfredo con el referente de los demás candidatos que sí obtuvieron una curul en el próximo Congreso las cosas cambiarían. Pero observar sesgadamente no sirve ni a los intereses y ambiciones de don Alfredo porque le construirán un castillo de naipe que colapsará con su propia intención de convertirse en Presidente de la Región Loreto, que hoy parece su objetivo mayor. Isla tuvo 16,838 votos de los 51,528 que obtuvo Unión Por el Perú, Mario Peña tuvo 17,885 votos de los 39,999 que obtuvo el Frente de Centro. De los 35,107 que obtuvo el APRA, 12,029 fueron para Augusto Vargas. En términos numéricos les gana a los congresistas. Pero en términos porcentuales por agrupación iguala con Isla y Vargas que tuvieron poco menos que dos tercios de la votación de sus grupos y es largamente superado por Peña Ángulo que captó poco menos que la mitad de los votos de su agrupación. Podría decirse –si queremos hablar de fenómenos electorales- que Mario Peña fue un verdadero fenómeno. Y conste que don Mario perdió estrepitosamente las elecciones municipales de noviembre del 2002 y que la votación que los lleva al Congreso no le hubiera servido para convertirse en Alcalde. Cifras para ser analizadas sin apasionamientos y sin creer que la mano Divina de Dios hará algún milagro porque don Alfredo como buen terrícola que es debe saber que en las urnas la divinidad es únicamente cosa de los votantes y ahí pueden ocurrir varias diabluras.

El recreo de Vaporito


ESCRIBE: Jaime Vásquez Valcárcel

Con su voz uno alcanzaba la gloria y conste que su nombre, aunque usted no lo crea, es también Glorio. Pertenece a una época gloriosa de la radiodifusión loretana. Es decir, cuando en las radios se hacía locución. Cuando para conducir un programa –aunque sea musical- no bastaba el requisito absurdo de ser pariente del dueño de la emisora o ser, en el peor de los casos, aspirante a yerno del propietario. Como es hoy. Yo, en mi mente infantil pero radiofónica, pensaba que se llamaba Vaporito y estaba confundido. Su nombre sigue siendo Glorio Alfonso Yalta Gaviria y conducía con maestría casi inigualable “El Recreo de Vaporito” que era mi eterno recreo y cada vez que creo escuchar su voz en mi mente maldigo la hora de su retiro, pues cuánto quisiera que mi hijo escuchara, por ejemplo, el preámbulo de cada canción. Era casi literatura. ¿No me creen? Por mucho tiempo –y lamentablemente se perdió en una de esas tantas mudanzas entre Lima e Iquitos y luego talvez Punchana- conservé una cinta magnetofónica –así se dice, ¿verdad “Pepino”?- donde Vaporito presentaba a Roberto Carlos con su tema “cóncavo y convexo”. Cuando se hablaba de sexo en las emisoras con decencia y docencia. Cuando se hablaba de amor sin temor y con amplitud. Sin perder el respeto al oyente. Cuando se escuchaba radio no sólo para enterarse de los acontecimientos sino para aprender, inclusive en los programas musicales. Roberto Carlos era grande pero crecía aún más en las palabras de Vaporito. No me cabe duda. En esa misma cinta conservaba la presentación que el mismo Glorio hacía del tema “Te amaré” del legendario Miguel Bosé donde, entre otras cosas, hablaba del amor entre personas del mismo sexo. Qué barbaridad, para esa época. Pero la mariconada, en la voz de Vaporito, se hacía más tolerante. Sin dejar el humor, recuerdo, a los jóvenes y niños –yo todavía lo era en ese verano lluvioso selvático de los últimos años de la década del 70- nos hacía entender que las letras de las canciones, aparte de servir para bailar también deben servir para pensar. Yo, confieso, disfrutaba con el programa de Glorio. Le imaginaba un superhombre, un ser sobrenatural. Inalcanzable, pues.

Años más tarde, cuando ingresé al mundo –algunos dicen que es mundillo, yo no creo que sea así- del periodismo le conocí personalmente. Hacía sus últimos programas en Radio Loreto porque alguien le había metido a la cabeza que podía convertirse de locutor exitoso en broadcaster privilegiado. Lo suyo era la locución, la espontaneidad frente al micrófono, la conversación con los oyentes. Demoró en darse cuenta. Tanto que cuando quiso regresar a la locución ya no había –ya no hay- espacio para él-. Y está bien que no lo haya porque la chabacanería, la mediocridad, la mariconada frívola y tantas lacras más se han apoderado de las radios en todo sentido. Por eso no tiene lugar. Vaporito nunca sirvió –y él lo acepta de muy buena gana- para estar tras un candidato, no ha nacido para ser un hipócrita más de la radio, no sirve para dueño y patrón sino para animar a la gente. Luego de haber andado de oficina en oficina, de pagaré en pagaré, de préstamo en préstamo, decidió vender su radio. Chapó el dinero, se dio una vuelta por los yunaites y hoy se le puede ver por la calles de Iquitos en busca de problemas cuando antes no podía solucionar los que tenía. Paradójicamente, Vaporito está disfrutando de su propio recreo cuando antes todos esperábamos su programa para recrearnos como lo hago yo en estos momentos que escribo este artículo y, felizmente, puedo disfrutar de Roberto Carlos y Miguel Bosé pero ya no –desgraciadamente- de la voz de este locutor llamado Glorio Alfonso Yalta Gaviria, a quien todos conocíamos como Vaporito.

Monday, September 04, 2006

Efrocina saca la bocina


La profesora Efrocina Gonzáles, expresiva como siempre, ha tenido la mañana de ayer expresiones durísimas contra el Alcalde de Maynas, Juan Carlos del Aguila Cárdenas porque ella –como todos los miembros del Comité Cívico “Todos contra el ruido”- han sentido en carne propia la ineptitud de una autoridad que no ha hecho nada por ordenar el tránsito en la ciudad de Iquitos y, desde el inicio, ha tratado a quienes tienen participación en este sector no sólo con mediocridad sino hasta con desprecio.

Sabido es el compromiso que Juan Carlos tuvo como candidato con los motocarristas. Conocido es que el primer jefe de tránsito de su gestión, tuvo la brillante idea de decir, “vamos a hacer de la segunda cuadra de la calle Brasil una vía de doble sentido porque así se democratiza el tránsito en Iquitos y los militares no tienen ninguna corona”. Con ese tipo de pensamiento ya sabíamos qué se iba a hacer en este sector.

Cuando los motocarristas le recordaron sus promesas electorales y le hicieron un plantón en la puerta del local edil, el Buenazo no tuvo mejor idea que contratar a algunos dirigentes eventuales de los motocarristas, creyendo que con ello solucionaba el problema. Cuando lo único que estaba haciendo era posponerlo. Como así sucedió. Casi cuatro años después se puede ver a los motocarristas con los problemas de siempre y si bien es cierto un reducido grupo de ellos dejó sus unidades para dirigir el tránsito en la puerta de algunos colegios, no es menos cierto que eso más que desprestigiar a los motocarristas lo que hizo fue evidenciar la forma cómo trataría de solucionar los problemas de gestión el Buenazo.

¿Qué más hizo Juan Carlos para mejorar el tránsito en Iquitos?. Las gibas. Construidas sin ningún criterio técnico y a la paporreta más tardaron en publicitarse que en deteriorarse. Las que no se desmoronaban, en el mejor de los casos, eran retiradas porque se cambiaba el sentido del tránsito y se procedía a reordenar lo que nunca estuvo ordenado. Así, las gibas han sido motivo de varias denuncias. Pero dejando de lado las preferencias hacia quienes las construyeron, hoy se puede comprobar que el experimento de las gibas fue plata tirada al piso. Literalmente al piso. Por una sencilla razón: la improvisación ganó a la planificación.

Un tema más: los cascos de seguridad. Un fiasco. No porque se obviara de los cascos sino porque la gestión del Buenazo lo tomó sin convicción. Sin mística. Era risible escuchar a varios funcionarios exponiendo las bondades del casco mientras los motociclistas seguían circulando igual. Se pusieron plazos que nunca se cumplieron. Todo ello no sólo demostraba incapacidad de gestión sino que hacía que la autoridad edil –y ojo que no me refiero únicamente al Alcalde sino a la corporación edil- se desprestigiara tontamente. Y en un tema irrelevante.

Lo de los ruidos molestos es sintomático y también grafica la ineptitud de una gestión liderada por un Buenazo. En este tema como en ningún otro la sociedad civil, el periodismo y la ciudadanía en general mostraron su disposición a erradicar los ruidos molestos y limitar la estridencia de algunos locales de diversión. Se formó un Comité Cívico con personas de capacidad comprobada y la Municipalidad no invirtió en las campañas ni la décima parte de lo que percibe el Alcalde como retribución a su puesto. Pero todos lo apoyaron. Por lo menos una veintena de personas se entregaron en cuerpo y alma a un objetivo colectivo sin ningún tipo de interés personal: hacer de la ciudad de Iquitos un lugar con menos ruido. Se logró parcialmente el objetivo y quizás el mayor error del Comité haya sido depender, mejor dicho confiar, demasiado en la palabra del Buenazo. Pecaron de ingenuos. He visto a varios miembros del Comité entregar parte de su valioso tiempo al propósito de reducir el ruido. Mientras ellos planificaban cómo convencer a los motocarristas para que coloquen buen silenciador, el Alcalde se preocupaba por repartir –como buen figuretti- volantes en las calles sólo para la fotografía. Hoy ese mismo Comité –que paralizó por algunos minutos la ciudad en una acción sin precedentes- ha emitido por lo menos dos comunicados donde se señala que la autoridad edil no respeta ni sus propias propuestas. Ese mismo Comité –como bien lo ha dicho Efrocina Gonzáles- está a la espera de la elección de las nuevas autoridades para tratar de convencerlas que eliminar el ruido es de necesidad pública. Es decir, como muchos, ya no creen en el Buenazo. Por eso Efrocina, con su estilo bullanguero, ha mostrado su rechazo a la ineptitud de Juan Carlos para mejorar el tránsito en Iquitos.

Sunday, September 03, 2006

Me vale verga, poeta, me vale verga


Tú no mereces siquiera un epigrama.

Viniste a visitarme en sueños
pero el vacío que dejaste cuando te fuiste
fue realidad.

Luego de escuchar Viaje muy jodido en la boca misma de quien escribió esas frases uno termina extenuado pero revitalizado. Sí, medio contradictoria es la cosa, pero la poesía y los poetas son así. Es decir, los verdaderos poetas. No aquellos que publican cada vez que quieren congraciarse con algo o con alguien. Cómo no emocionarse, cómo no temblar de emoción, cómo no sentir que se le caen las lágrimas, cómo no sentir que aún hay esperanza. Cómo no saber que aún es posible que se construya una tierra sin mal. Cómo no pensar que mientras haga falta la liberación del pueblo la teología de la liberación será necesaria. Por eso la visita de Cardenal a Iquitos ha sido lo más maravilloso de estos últimos años. Y, muchos días después de su visita, se reconocerá esto, cuando los diarios limeños y las agencias noticias reboten por el mundo -como ya lo están haciendo- la noticia que el poeta vivo más importante de América estuvo por el Amazonas peruano.

Me vale verga, ¿qué significa poeta?, le pregunto mientras Ernesto Cardenal comprueba que no es día de pesca y hay que guardar los anzuelos porque el río Nanay nos niega los peces que a otros da en abundancia. Me responde: es como decir “me importa un pepino”. Entiendo, digo y dejó lombriz y anzuelo y me imagino en el año 1983, con Maurilio, leyendo algunos de los poemas escritos por ese hombre a quien mi adolescencia consideraba inalcanzable por sabio. Si Maurilio estaría aquí, digo. Y me viene a la memoria la imagen de su hermana Ángeles que en Nauta, dicharachera ella, dijo “estamos en el mismo lío”, cuando hablaron de Colombia, de Medellín, que engendró una serie de sacerdotes que no parecían curas.

No puede ser. Pero es verdad. “La persona más mal hablada que he conocido. Pero el que decía las ‘malas palabras’ con más pureza”. Esas frases son del alma. Son universales, como universal es la palabra compañero, que los apristas se encargaron de cagarla. Disculpe la licencia, poeta, pero lo digo con pureza. Sé que a usted no le quitan el sueño las rimas porque para decir las cosas desde la poesía no se necesita ser rimero, otra vez disculpe la licencia. Lo que se necesita es ser un buen remero, para navegar por el Amazonas, lugar que usted vino a conocer y había que estar a su lado para verle cómo brillaban sus ojos ante la inmensidad del río que hemos convertido en poco menos que un basural. Había que estar en el deslizador para comprobar lo bien que cae la naturaleza.

Pero, tal como maliciaba, poeta, usted enseña hasta cuando calla. Detesta el protocolo. “Jaime, prioriza por favor navegación, quiero navegar en el Amazonas”. Usted mande, poeta. Y así fue. Ese viaje al albergue Heliconian de “los Acosta” fue fenomenal. “Fabuloso, nos hubiéramos quedado más tiempo allí”, me dijo cuando regresó.

Su paso por los restingueros fue lo mejor de todas las paradas. Como que el mejor pisco sauer fue de “el Exclusivo”, antes de probar el de “La Restinga”. En el local de Puchín todo fue bueno. Los huevos de charapa sabrosos que remediaron esos falsos huevos de charapa que nos vendieron en el mercado Modelo. El juane sabroso que remedió al insípido juane que nos vendieron en el mercado Belén. Ese dorado enrollado envuelto en hoja que confirmó que aún no aprovechamos bien lo que tenemos. Erick fue llamado por usted, ese jovencito de La restinga que quiere ser cheff pero que ya lo es. “Te felicito muchacho”, dicho por usted es más que un honoris causa. Verdad. Ah, claro, los huevos y los juanes fueron llevados por Silvia Arbildo, que tuvo la gentileza de prestar su camioneta para movilizarnos algunos días. Sí, la señora Silvia, muy gentil, como usted me dijo con gentileza: “dígale al Presidente de la Región que muchas gracias por las atenciones pero estoy cansado”. Muchos se olvidan que tengo 80 años, me dijo y yo soy uno de ellos. Llevado por el entusiasmo de su aceptación a visitar Iquitos elaboramos un programa demasiado agobiante. Desde las siete de la mañana hasta las 9 de la noche. Ese ritmo no se podía seguir. Lo que sí se podía seguir es el ritmo de la alimentación. “Una de las mejores comidas que hemos probado”, dijo junto con Juan Bosco antes de embarcarse en el avión de retorno y antes que nos embaucaran en un restaurant con aquello del chicharrón de lagarto y el sudado de paiche que nunca tuvo paiche y menos lagarto. Pero ese timbuche de acarahuazú, ese sábalo envuelto en hoja –parecido al sabalete nicaragüense-, ese venado al jugo, ese ají charapillo infaltable en las mesas o ese licor “sabia del Amazonas” que tomamos con discreción en el desayuno que nos brindó Javier Dávila Durand y que fue catalogado como el mejor desayuno, como fue la mejor cena la de “La Restinga”, como fue el mejor almuerzo en la carretera Iquitos Nauta, con el perdón de los demás lugares. Tenemos mucho que mostrar, poeta, pero nos hacemos los cojudos –para tomar alguna palabra de Laureano Mairena, su compañero, nuestro compañero- porque es más fácil dejar hacer, dejar pasar, dejar que nos quiten el camu camu o que nos lleven lo que quieran.

Ya sabemos, poeta, que le gusta tanto el pisco, la cervecita como aperitivo como detesta todo lo que sea oficial. Y su don de llamar a las cosas por su nombre, como lo hace en su poesía y como quiere que sea la poesía. No como aquellos que la hacen difícil. Ahí está el detalle, la poesía es del pueblo y debe ser escrita para el pueblo. A las frutas por su nombre, a las cosas por su nombre. Eso es lo que usted hace, desde Epigramas hasta Cántico Cósmico. Poesía del pueblo para el pueblo. Y qué decir de los que se creen revolucionarios y no lo son, porque la revolución es práctica no teoría. Usted fue un revolucionario en todo el sentido de la palabra, así no quieran reconocer los que no tengan sentido de las cosas. Usted hizo de la poesía una revolución y nos enseñó que amar no es un delito porque hasta Dios amó.

Después de su visita, poeta, y cuarentón como casi estoy, me vale verga. Sí, los curas que predican lo que nunca practican o, dicho así: predican todo lo que nunca practican. Las autoridades que hablan de revolución y nada son. Los que hablan de cultura y se limitan a maquillajes en nombre de esa cultura. Sí, poeta, porque su visita ha servido para decepcionarme de muchos. Pero también para encontrarme con varios, reencontrarme mejor dicho. Me vale verga lo demás, me importa un pepino diríamos en este diario que, felizmente, también ya es suyo. Felizmente, poeta, nunca te perderemos. Ya estás con nosotros por siempre, como por siempre estará en tu mente el Amazonas peruano. Y algún día, cuando se muera la tarde y el sol busque su sitio, sabremos los iquiteños que un poeta vino por estas tierras para intentar convertirse en el poeta del Amazonas y terminó convirtiéndonos a todos lo que quisimos en admiradores no sólo de su poesía sino de su forma de vida, ahora que está de moda conocer la hoja de vida de las personas. Gracias poeta, porque los 80 años vividos y los demás que vendrán son un canto de vida. Y porque, ya me creía insensible, y tuve que aguantar las lágrimas cuando usted con Bosco transpuso la línea que separa la sala de embarque. Gracias poeta.

Juan Saavedra Andaluz

ESCRIBE: Jaime Vásquez Valcárcel

Cuando leí los hombres astados creí que quien lo había escrito era un revolucionario. Y no me equivoqué. Desde aquel lejano verano o invierno de 1987 que el libro cayó en mis manos nunca más pude olvidar el tufillo de irreverencia que despegaba en sus páginas y hoy que tengo en mis manos El interlocutor del diablo –que espera paciente una nueva edición- me reafirmo en todo lo que pensé. Ese libro que tuve entre mis manos fue posible gracias a Rony Valera Suárez, Alcalde de Maynas, que diseñó una zaga editorial que hasta ahora no ha sido imitada por autoridad edil alguna –con excepción del Gobierno Regional que en las postrimerías de la gestión de Robinson Rivadeneyra ha presentado once libros-.

Yo pensaba que el autor de esa obra no estaba en este mundo. Ahí sí me equivoqué. Juan Saavedra Andaluz está vivido, coleando y, sobretodo, escribiendo. Esporádicamente aparecía sus escritos en Kanatari y uno tenía que leerlo para saber de su chispa, espontaneidad y sarcasmo. Pero, claro, como todos los talentos literarios de esta floresta, Saavedra Andaluz, no tiene cabida en los periódicos ni en las revistas que se editan en esta tierra. Y no lo tiene porque él valora su trabajo. Mientras todos nos hemos acostumbrado a no hacerlo. Nos hemos acostumbrado a la mediocridad y creemos que el arte de escribir es para los ignorantes. Juan Saavedra Andaluz, señoras y señores, es uno de los mejores escritores vivos que se pasea por Iquitos vendiendo su Bayuca, ofreciendo sus libros, a ver si uno de sus amigos le compra lo uno o lo otro, nunca los dos.

Juan Saavedra Andaluz es un caminante empedernido. Empina el codo de vez en cuando porque –con las excepciones que confirman la regla- la bohemia es su materia prima y no está con poses de artista. Es de una sencillez inversamente proporcional a su talento. Varias veces le he visto tomarse unos tragos. Yo nunca tuve la oportunidad de compartir su mesa. Ni siquiera para tomarme un café con sus historias. Pero, igual, siempre le consideré un revolucionario. Y no sólo por su barba. O, mejor dicho, sin su barba, Juan Saavedra es un revolucionario.

Por todas estas consideraciones no dudé ni medio centímetro cuando el editor de esta revista propuso que se le hiciera una entrevista para el segundo número. Porque este pechito disfruta de la pluma, de la palabra, de Juan Saavedra. Y, no sé si será ilusión óptica pero le veo más joven que en aquella foto del libro que tuve en mis manos en ese verano o invierno de 1987.

No es que se haya vuelto u ermitaño pero tampoco es de aquellos que frecuenta cuanta ceremonia cultural se programe. Y es que, como amante del oficio maravilloso de leer y escribir, sabe de sobe que en esas ceremonias todos disertan sobre el apoyo a la cultura, sobre libros que nunca han leído, sobre lugares que nunca han visitado. Es decir, la maldita hipocresía de siempre. Y, basta verlo caminar o escuchar algunas de sus palabras que don Juan es todo lo opuesto no sólo a la opulencia, sino a lo protocolar que muchas veces es sinónimo de hipocresía.

Yo me precio de haberlo leído en 1987 y desde esa época nunca le he perdido de vista porque sus artículos son una comprobación de lo que en aquella oportunidad creí y, felizmente, no me confundí: que es un escritor revolucionario, de esos que nacen y se hacen. Juan Saavedra Andaluz tiene la rabia dentro, no contenida sino como instrumento para su creación. Pero no esa rabia que encuentra frontera con el resentimiento sino aquella que le permite vivir de sus libros, ofrecer su trabajo. Juan, sin exageraciones, no ha nacido con un pan bajo el brazo como nos han tratado de engañar que nacen todos los muchachos en esta tierra. Él ha nacido con un libro en las manos y son esas manos que, como bien confiesa en la entrevista que concedió a Percy Vílchez- fluyen como el agua por los ríos para dar vida a sus obras que, para variar, no encuentran editoriales que las publiquen. No por falta de calidad de sus obras, sino que aún la batalla por la cultura en esta floresta ni siquiera ha comenzado, pero cuando lo haga no me cabe duda que Juan Saavedra Andaluz será uno de los primeros en ponerse en la vanguardia. Porque, señoras y señores, los revolucionarios de la palabra como él siempre encontrarán una trinchera donde guarecerse nunca para esconderse sino para escribir.
Jaime Vásquez Valcárcel es periodista loretano que ha publicado dos libros: "Ídolos de barro -memoria de un bisoño periodista" y "Cualquier tiempo pasado fue mejor". Ha trabajado en diversas publicaciones en Iquitos, es corresponsal de la cadena informativa RPP Noticias, dirige el diario Pro & Contra y conduce el programa televisivo Contrapunteo que se transmite de 10 a 11 de la noche en Canal 21 de su ciudad.