periodismo loreto

Articulos escritos por el periodista Jaime Vásquez Valcárcel desde Iquitos, capital de la Amazonía peruana.

Sunday, September 03, 2006

Me vale verga, poeta, me vale verga


Tú no mereces siquiera un epigrama.

Viniste a visitarme en sueños
pero el vacío que dejaste cuando te fuiste
fue realidad.

Luego de escuchar Viaje muy jodido en la boca misma de quien escribió esas frases uno termina extenuado pero revitalizado. Sí, medio contradictoria es la cosa, pero la poesía y los poetas son así. Es decir, los verdaderos poetas. No aquellos que publican cada vez que quieren congraciarse con algo o con alguien. Cómo no emocionarse, cómo no temblar de emoción, cómo no sentir que se le caen las lágrimas, cómo no sentir que aún hay esperanza. Cómo no saber que aún es posible que se construya una tierra sin mal. Cómo no pensar que mientras haga falta la liberación del pueblo la teología de la liberación será necesaria. Por eso la visita de Cardenal a Iquitos ha sido lo más maravilloso de estos últimos años. Y, muchos días después de su visita, se reconocerá esto, cuando los diarios limeños y las agencias noticias reboten por el mundo -como ya lo están haciendo- la noticia que el poeta vivo más importante de América estuvo por el Amazonas peruano.

Me vale verga, ¿qué significa poeta?, le pregunto mientras Ernesto Cardenal comprueba que no es día de pesca y hay que guardar los anzuelos porque el río Nanay nos niega los peces que a otros da en abundancia. Me responde: es como decir “me importa un pepino”. Entiendo, digo y dejó lombriz y anzuelo y me imagino en el año 1983, con Maurilio, leyendo algunos de los poemas escritos por ese hombre a quien mi adolescencia consideraba inalcanzable por sabio. Si Maurilio estaría aquí, digo. Y me viene a la memoria la imagen de su hermana Ángeles que en Nauta, dicharachera ella, dijo “estamos en el mismo lío”, cuando hablaron de Colombia, de Medellín, que engendró una serie de sacerdotes que no parecían curas.

No puede ser. Pero es verdad. “La persona más mal hablada que he conocido. Pero el que decía las ‘malas palabras’ con más pureza”. Esas frases son del alma. Son universales, como universal es la palabra compañero, que los apristas se encargaron de cagarla. Disculpe la licencia, poeta, pero lo digo con pureza. Sé que a usted no le quitan el sueño las rimas porque para decir las cosas desde la poesía no se necesita ser rimero, otra vez disculpe la licencia. Lo que se necesita es ser un buen remero, para navegar por el Amazonas, lugar que usted vino a conocer y había que estar a su lado para verle cómo brillaban sus ojos ante la inmensidad del río que hemos convertido en poco menos que un basural. Había que estar en el deslizador para comprobar lo bien que cae la naturaleza.

Pero, tal como maliciaba, poeta, usted enseña hasta cuando calla. Detesta el protocolo. “Jaime, prioriza por favor navegación, quiero navegar en el Amazonas”. Usted mande, poeta. Y así fue. Ese viaje al albergue Heliconian de “los Acosta” fue fenomenal. “Fabuloso, nos hubiéramos quedado más tiempo allí”, me dijo cuando regresó.

Su paso por los restingueros fue lo mejor de todas las paradas. Como que el mejor pisco sauer fue de “el Exclusivo”, antes de probar el de “La Restinga”. En el local de Puchín todo fue bueno. Los huevos de charapa sabrosos que remediaron esos falsos huevos de charapa que nos vendieron en el mercado Modelo. El juane sabroso que remedió al insípido juane que nos vendieron en el mercado Belén. Ese dorado enrollado envuelto en hoja que confirmó que aún no aprovechamos bien lo que tenemos. Erick fue llamado por usted, ese jovencito de La restinga que quiere ser cheff pero que ya lo es. “Te felicito muchacho”, dicho por usted es más que un honoris causa. Verdad. Ah, claro, los huevos y los juanes fueron llevados por Silvia Arbildo, que tuvo la gentileza de prestar su camioneta para movilizarnos algunos días. Sí, la señora Silvia, muy gentil, como usted me dijo con gentileza: “dígale al Presidente de la Región que muchas gracias por las atenciones pero estoy cansado”. Muchos se olvidan que tengo 80 años, me dijo y yo soy uno de ellos. Llevado por el entusiasmo de su aceptación a visitar Iquitos elaboramos un programa demasiado agobiante. Desde las siete de la mañana hasta las 9 de la noche. Ese ritmo no se podía seguir. Lo que sí se podía seguir es el ritmo de la alimentación. “Una de las mejores comidas que hemos probado”, dijo junto con Juan Bosco antes de embarcarse en el avión de retorno y antes que nos embaucaran en un restaurant con aquello del chicharrón de lagarto y el sudado de paiche que nunca tuvo paiche y menos lagarto. Pero ese timbuche de acarahuazú, ese sábalo envuelto en hoja –parecido al sabalete nicaragüense-, ese venado al jugo, ese ají charapillo infaltable en las mesas o ese licor “sabia del Amazonas” que tomamos con discreción en el desayuno que nos brindó Javier Dávila Durand y que fue catalogado como el mejor desayuno, como fue la mejor cena la de “La Restinga”, como fue el mejor almuerzo en la carretera Iquitos Nauta, con el perdón de los demás lugares. Tenemos mucho que mostrar, poeta, pero nos hacemos los cojudos –para tomar alguna palabra de Laureano Mairena, su compañero, nuestro compañero- porque es más fácil dejar hacer, dejar pasar, dejar que nos quiten el camu camu o que nos lleven lo que quieran.

Ya sabemos, poeta, que le gusta tanto el pisco, la cervecita como aperitivo como detesta todo lo que sea oficial. Y su don de llamar a las cosas por su nombre, como lo hace en su poesía y como quiere que sea la poesía. No como aquellos que la hacen difícil. Ahí está el detalle, la poesía es del pueblo y debe ser escrita para el pueblo. A las frutas por su nombre, a las cosas por su nombre. Eso es lo que usted hace, desde Epigramas hasta Cántico Cósmico. Poesía del pueblo para el pueblo. Y qué decir de los que se creen revolucionarios y no lo son, porque la revolución es práctica no teoría. Usted fue un revolucionario en todo el sentido de la palabra, así no quieran reconocer los que no tengan sentido de las cosas. Usted hizo de la poesía una revolución y nos enseñó que amar no es un delito porque hasta Dios amó.

Después de su visita, poeta, y cuarentón como casi estoy, me vale verga. Sí, los curas que predican lo que nunca practican o, dicho así: predican todo lo que nunca practican. Las autoridades que hablan de revolución y nada son. Los que hablan de cultura y se limitan a maquillajes en nombre de esa cultura. Sí, poeta, porque su visita ha servido para decepcionarme de muchos. Pero también para encontrarme con varios, reencontrarme mejor dicho. Me vale verga lo demás, me importa un pepino diríamos en este diario que, felizmente, también ya es suyo. Felizmente, poeta, nunca te perderemos. Ya estás con nosotros por siempre, como por siempre estará en tu mente el Amazonas peruano. Y algún día, cuando se muera la tarde y el sol busque su sitio, sabremos los iquiteños que un poeta vino por estas tierras para intentar convertirse en el poeta del Amazonas y terminó convirtiéndonos a todos lo que quisimos en admiradores no sólo de su poesía sino de su forma de vida, ahora que está de moda conocer la hoja de vida de las personas. Gracias poeta, porque los 80 años vividos y los demás que vendrán son un canto de vida. Y porque, ya me creía insensible, y tuve que aguantar las lágrimas cuando usted con Bosco transpuso la línea que separa la sala de embarque. Gracias poeta.

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