periodismo loreto

Articulos escritos por el periodista Jaime Vásquez Valcárcel desde Iquitos, capital de la Amazonía peruana.

Wednesday, November 14, 2007

Los nueve meses de Iván

Después que Yván Vásquez Valera ganó las elecciones en noviembre del año pasado e inclusive durante los primeros días de su gestión regional, varias personas de su pequeño entorno y fuera de él coincidían en mostrar su preocupación y temían que los funcionarios que nombrara no siguieran el ritmo que el líder y fundador de Fuerza Loretana impregna a sus acciones. Luego de nueve meses de gestión esa preocupación y temor, lejos de disiparse, ha crecido y generado problemas que pudo evitarse tanto en lo político como en lo administrativo.
Tanto el tema de la compra de pintura y el monto de presupuesto para obras que no se gasta han sido duros golpes para una gestión que, sin tener un ritmo acelerado, al menos no tenía mayores sobresaltos. En el de la pintura era patético observar a uno de los proveedores perjudicados decir varias mentiras sin que el ganador de esa venta hablara algo. Tuvo que ser un funcionario regional quien apareciera como defensor no solo del proceso sino de la empresa ganadora. Generando con esto un ambiente de favoritismo hacia dicho proveedor que a todas luces había sobrevaluado los precios ofertados. En el tema de los 153 millones ha sido también patético que ningún funcionario regional haya salido políticamente a contrarrestar lo dicho por algunos congresistas que han llegado a Iquitos con información parcial sobre algunos gastos. En el fondo solo han tenido la intención de distraer la atención y culpar de los males a nosotros mismos. Es curioso que vengan congresistas desde Lima a mover el cotarro político con por lo menos una parte de los gastos pagados por el propio Gorel.
Y la situación que abona a lo dicho en el primer párrafo es que ha tenido que ser el propio Yván Vásquez desde Lima –en el caso de la pintura- y desde Argentina –en el caso de los congresistas- quien ha dado una respuesta para evitar el escándalo y desprestigio en su gestión. Primero, dejando sin efecto la compra de pintura y llamando a un nuevo concurso y, segundo, respondiendo a través del programa de James Beuzeville a esos congresistas que quieren descentralizar la discusión de temas regionales con actitudes sesgadas y por demás centralistas.
En medio de todo esto, me preocupa que el Vicepresidente Norman Lewis, contrariamente a lo que sucedía en la gestión edil 1999 – 2002, no ande al ritmo del Presidente. Es verdad que Lewis tiene un biotipo político distinto al de Yván. Pero en la gestión municipal cuando Yván se ausentaba el ritmo lo seguía Lewis sin que se detuviera la línea maestra del proyecto. Hoy –como ha sucedido en los últimos días- hasta Norman se ausenta cuando Yván no está y deja virtualmente descabezada la gestión. No me atrevo a lanzar hipótesis de esta situación, pero es evidente que Norman no es el mismo de antes. Al menos eso es lo que percibo y creo mi obligación decirlo.
Ahora ¿qué hará Yván cuando pise nuevamente tierra loretana? Difícil saberlo. Lo primero que debería hacer es leer una y otra vez las cifras de la última encuesta publicada hace algunos días. Pero más allá de esas cifras debería analizar las declaraciones de Jhon Gonzáles, representante de la empresa encuestadora, quien dijo que nota la existencia de una dinámica distinta entre el presidente regional y sus funcionarios que perjudica la gestión y que detiene el ímpetu presidencial y desvía los objetivos prometidos. Ante ello Yván tendrá que prescindir de varios funcionarios, previa evaluación, por supuesto y donde seguramente Norman Lewis tendrá que participar para que ambos retomen el ritmo que antes se les conocía y hagan de Loreto, un mejor lugar para vivir.

En que momento se jodió CNI

Hace varios años que CNI, con la excepción que confirma la regla, no pasa de la mediocridad. Quizás el último intento serio para que regrese al fútbol profesional haya sido el que comandó don Santiago Cárdenas con la contratación de Moisés Barack. Después todo –antes y después, incluido este año- ha sido de una mendicidad deprimente en lo futbolístico y dirigencial. Yo que he crecido –valga la pretensión- amando a CNI me resisto a verlo en el lodo. Antes nos íbamos a ganar a Pucallpa y hoy sólo nos vamos a dar pena. Antes uno disfrutaba de la entrega de jugadores de la talla de “Masato” Mori y hoy tiene que limitarse a ver cómo ni siquiera sudan la camiseta limeñitos –dicho esto sin ánimo peyorativo- que en su barrio serían unos suplentes eternos. No da ganas de ver a CNI. Es más. Da cólera ver a un equipo con esas características.
Tan mal anda el equipo albo que tiene que acudir al volante Urrelo para ganar sus partidos cuando dicho jugador –con todos los pergaminos que tuvo- no debería ni siquiera estar en la banca de suplentes. Igual con Augusto Yep. Y, claro, no es culpa de ellos. Son al final la salvación de un equipo que está a la deriva. Ellos, Yep y Urrelo, no son la causa del problema sino la consecuencia. Mientras los dirigentes sigan pensando en el día día llegaremos al 2020 y seguiremos en la alineación con jugadores que hace rato ya hubieran dejado los partidos de competencia.
Por todo esto siempre me asalta la pregunta de Zavalita. ¿En qué momento se jodió CNI? Talvez ha sido cuando un grupo de incapaces en la década pasada ingresaron a la directiva y creyeron que ser dirigente del equipo era viajar a Lima a chupar harta cerveza en las finalísimas de la Copa Perú. Tal vez ha sido cuando un grupo de dirigentes –por llamarlos de alguna forma- creyeron que ser socio de CNI era parar la olla no de los jugadores sino la de ellos mismos. Tal vez ha sido –dígame don Santiago- cuando se aceptó en la Directiva a gente que en la época dorada del CNI no hubiera ostentado ni siquiera el puesto de “leche leche”. Tal vez ha sido cuando empresarios de nada se metieron a la Directiva con la justificación que amaban al equipo albo cuando lo que aman es la figuración. Nunca se sabrá en qué momento se jodió el CNI pero lo que sí se sabe es que anda jodido.
Y en verdad duele ver así a equipo que alguna vez provocó el delirio de los aficionados cuando ganábamos a los equipos más pintados y no necesitábamos de demasiado adefesio foráneo. Cuando Perales, Del Águila, Rengifo, Vargas y tantos otros no sólo jugaban de maravilla sino que el pundonor era su divisa. Salían a ganar y a veces perdían. Pero nunca daban vergüenza como lo dan los jugadores que van a Pucallpa. Si algo pueden hacer por el equipo albo los dirigentes actuales que despidan a todos los jugadores y que ellos mismos digan si pueden hacer algo por CNI o nos van a acostumbrar a los fracasos anuales. Que don Santiago Cárdenas, el último de los presidentes que puso alma, corazón y vida a la institución, no sea parte del fracaso terrible de este año y salga por la puerta grande. CNI y don Santiago no se merecen este papelón.

Querellado

Hace tiempo da vuelta en mi mente aquello de realizar una especie de año sabático donde un poco distanciado –nunca alejado- del quehacer periodístico diario de rienda suelta a varios proyectos bibliográficos que tengo en mente. Ya van tres oportunidades que intento sumergirme en lecturas postergadas y confinarme en algún albergue selvático por un tiempo prudencial para concretar esos proyectos y los tengo que postergar. Y parece que una maldición, inexplicable aún, se apodera de mi tiempo y espacio cada vez que estoy a punto de empezar el primer boceto de todo lo que tengo en mente.
El año pasado, lejos de ser sabático, fue uno de los más revoltosos para mi en el mundo periodístico. Un tipo miserable política y familiarmente se sintió ofendido porque le dijimos con todas sus letras todo lo que el cargo le beneficiaba de mala forma. Llevó el caso al Poder Judicial, nos persiguió como más pudo, intentó por todos los medios que disponía de encarcelar a quienes le habían dado cobijo sin saber lo que se traía. Todo eso lo hizo con la complicidad ingrata de algunas personas que se decían periodistas pero se comportaron como canallas. Recorrimos los pasillos del Poder Judicial y algunos uniformados, bajo la atenta mirada de camarógrafos enviados con la venia rastrera de su jefe y jefa ediles, quisieron meternos al calabozo del Palacio de Justicia. No habían podido antes y no pudieron en esa oportunidad. Solo nos bastó esperar las elecciones para que el pueblo diera una bofetada donde más le duela a ese pordiosero de la política. Así fue. No logró ni seis puntos, cuando él mismo se encargaba de recorrer los medios de comunicación diciendo que su reelección estaba asegurada. Sus candidatos y candidatas a regidores repetían lo mismo. Me cuentan los colegas que esa tarde de las elecciones la cara de ese mendigo de la politiquería era inconfundible: se le estaba yendo las gollerías que los proveedores le habían (mal) acostumbrado a (mal) vivir. Hoy ese mismo personaje y sus seguidores(as) tienen que pedir por favor para salir en los diarios y –aunque en política nada está dicho- está reducido a la mínima expresión. Finalmente el periodismo ganó y el miserable ha buscado testaferros para poner algunos negocios como venta de comida y venta de telefonía móvil. El estar impedido de poner los negocios con su propio nombre es solo una parte de la miseria humana que un tipo figureti como él está condenado a padecer.
Este año no será la excepción en cuanto a los avatares periodísticos. Un pastor evangélico inició un juicio en mi contra. Un ex director de Educación hizo lo mismo hace algunos meses. Un abogado me querelló hace pocos días. Un ex funcionario gubernamental ha hecho lo mismo judicializando un caso estrictamente periodístico. Vaya, vaya. Tendré que postergar una vez más las lecturas escogidas, suspender los escritos prometidos y anular –quién sabe- los proyectos contemplados porque no termino de salir de un caso y ya estoy ingresando a otro. No me meto porque quiero, es verdad, pero quien está seguro de lo que escribe no puede más que ratificar su vocación cada vez que lo sabático se posterga. Hoy no existe una sino por lo menos cuatro querellas que probarán no solo mi vocación sino que lo aquí escrito era parte de una necesidad sino una obligación.

Monday, November 12, 2007

A mi no me contaron

Me causa gracia que los violadores de ayer se computen los castos de hoy. Me carcajeo cuando los periodistas infieles de anteayer se ruborizan e insinúan que es deplorable en el 2007 lo que ellos practicaban a escondidas hace un lustro. Esbozo un risa cuando algunos coleguitas se escandalizan porque una impertinente empleada municipal ha conseguido un contratito absurdo por “imagen institucional” que favorece a su señora madre cuando esos mismos coleguitas han conseguido –inclusive durante el gobierno dictatorial que tanto dicen que combatieron- contratitos favorables a toda su parentela, incluida por supuesto la queridita de turno. Ya no aguanto la risa cuando escucho que algunos se escandalizan porque a una señora se le pagó ocho luquitas por servicios publicitarios durante los primeros meses del año cuando ellos mismos han recibido esa misma cantidad con una diferencia: en un solo mes. Me agacho y vuelvo a levantarme de risa cuando algunos y algunas cuchichean sobre el favoritismo insensato de una empleada hacia su señora madre cuando esa misma turba mediática silbó al cielo durante gestiones ediles anteriores cuando otra señora favorecía no sólo a su señora madre, sino a su esposo y demás –en el sentido más amplio de la palabra con toda su extensión terminológica- parentela con las compras que requería la oficina a su cargo. Me río más –como si estuviera viendo “El chavo del ocho” en su versión portuguesa- cuando escucho que algunos vociferan sapos y culebras contra el entorno de una determinada autoridad porque creen que con eso exculparán sus pecados terrenales. Me carcajeo –como si viera de mala gana las cámaras escondidas que el circuito cerrado que Lan transmite para hacer más llevaderos los viajes a miles de pies de altura- cuando algunos colegas insinúan estupideces con relación a la opción sexual de otros y no se dan cuenta que tienen no uno sino varios mariconcitos hechos en casa.Hay que admitir que esa coleguita que favoreció a su señora madre con un contratito indefendible tiene la impertinencia como característica. Pero loca no es. Hay que repudiar que esa misma coleguita ha cometido un tremendo error al hacer lo que hizo y decir lo que dijo. Pero loca no es. Tan loca no es que lo mejor que podría hacer es salirse de la gestión. No esperar que la retiren. Tampoco iniciar una campaña de visita a medios de comunicación para lanzar lodo contra quienes le han dado la posibilidad de un desempeño laboral. Es decir, quienes pensamos que la impertinencia es una actitud que no tiene características de malevolencia debemos admitir que la coleguita se equivocó. Pero la impertinencia es una cosa y la locura otra. En nombre de la locura hay quienes cometen maldades. En nombre de la locura hay quienes perpetran violaciones a elementales reglas humanitarias. Porqué algunos han perdonado la locura y no pueden hacer lo mismo con la impertinencia. ¿Porqué algunas se rasgan las vestiduras con lo que hacen otras hoy si ellas mismas hicieron igual?

Todo lo aquí escrito lo he observado. Todo esto a mi no me contaron. Lo he vivido. Lo he gozado. Lo he disfrutado. Ayer, igual que hoy. Debo terminar este artículo porque de tanto escuchar mi risa Mónica, Daniela y Carlos creen que estoy loco cuando en realidad sólo cometo una impertinencia al escribir todo esto porque es periodísticamente incorrecto.