periodismo loreto

Articulos escritos por el periodista Jaime Vásquez Valcárcel desde Iquitos, capital de la Amazonía peruana.

Tuesday, February 13, 2007

Jalón de orejas

Desde Arequipa Héctor Tintaya nos jala las orejas. Digo nos jala porque la visita de Mario Vargas Llosa demostró que como ciudadanos no estamos preparados para tan ilustre visita. Y la prensa, con las evidentes excepciones, tampoco lo está porque los redactores de calle de la mayoría de ellos están en la calle y no leen ni los periódicos. Menos se les podrá pedir que lean alguna obra literaria. Es cruel decirlo. Pero no queda otra.

Enterados de la llegada de Mario Vargas Llosa cualquier profesor o catedrático que tenga a su cargo la asignatura de Literatura hubiera pugnado por conversar con el escritor. Cualquier estudiante universitario que pretenda formarse para profesor hubiera hecho todo lo posible por recibir aunque sea un breve saludo de uno de los escritores de habla hispana contemporáneos más fértiles que haya dado nuestra literatura. Y si el sábado tres de febrero a todos cogió de sorpresa la visita del autor de “Las travesuras de la niña mala”, no se puede decir lo mismo del sábado 10, cuando Vargas Llosa regresó de su periplo por los ríos amazónicos. Y si alguien aduce que no conocía de la visita, peor aún. Porque demostraría que está fuera de la realidad. Ni siquiera los que se dicen paladines de la cultura o que dicen encontrarse en la vanguardia de las actividades culturales se hicieron presentes. Más por mezquindad que por ignorancia.

La excepción la dieron dos damas. Una por razones sentimentales y otra por razones protocolares. Pero ambas dignas de resaltarse. La señora Chela es la viuda de Julio “El chino” Alarcón, quien al decir del propio Vargas Llosa le fue de mucha utilidad para recopilar los datos que posteriormente lo transformaría en “Pantaleón y las visitadoras”. No sólo porque había sido mi compañero en el Colegio Leoncio Prado sino porque se conocía todos los lugares de Iquitos y a todos entraba con facilidad, dijo el escritor, quien emocionado de ver a la esposa de quien fuera uno de sus mejores amigos llamó a Patricia Llosa, su esposa, para presentarle a Chelita y mostrarle el obsequio que tuvo a bien llevar. En este momento ya Chelita no sabía a donde llamar para mostrar su felicidad. No era para menos, pues ver a uno de los mejores escritores emocionarse es por demás emocionante. La alcaldesa de San Juan, Mirna Villacorta, fue otra de las que puso –felizmente- la nota discordante. Porque fue la única autoridad política que visitó al escritor. Y don Mario Vargas sólo tuvo palabras de agradecimiento y buenos deseos para con Mirna. Espero que solucione los problemas de su pueblo que me imagino son muchísimos, le dijo. Los periodistas ahí presentes también nos emocionamos.

Y uno se pregunta ¿Otras instituciones públicas no tienen oficinas de Cultura, de Imagen o de Protocolo? Claro que lo tienen pero están en otra. Porque no por un aprovechamiento de la figura del escritor sino que como ciudad debemos comportarnos de acuerdo a las circunstancias. Sé que la autoridad regional tuvo todas las intenciones de dar un reconocimiento al escritor pero que los funcionarios caminan –como en la mayoría de sectores- a un ritmo diferente al de la máxima autoridad.

Por eso el jalón de orejas que desde Arequipa nos propinó Héctor Tintaya sin estar dirigido hacia este diario y menos a este escribidor, lo he sentido así porque otra vez he sentido vergüenza ajena.

Ignorantes y comelones

El diario “La Región” en su edición de ayer domingo critica el comportamiento de los periodistas deportivos porque en una reunión de prensa se avalanzaron como muertos de hambre sobre los bocadillos que allí se ofrecieron. Sin que este comportamiento sea exclusivo de los periodistas deportivos me temo que el problema de este sector es mucho mayor que el de saciar su apetito gastronómico. El problema mayor de los periodistas deportivos es que son ignorantes y encima no hacen nada para salir de esta situación.El último jueves estuvo en Iquitos el periodista Phillip Butters. Vino a dictar una conferencia y a la presentación de su libro “Muerte Súbita” que grafica con claridad el problema del fútbol peruano. Todo periodista que se respete debería leer ese libro. Pero asumiendo que por problemas de capacidad adquisitiva no lo puedan adquirir. Lo menos que podrían hacer es escuchar al autor de la obra. Tan sólo escuchar a un periodista de la capacidad y calidad de Butters ya puede disminuir en algo la falta de conocimiento que padecen los que se hacen llamar periodistas deportivos. Digo que se hacen llamar porque algunos creen que por ayudar a jalar cables, conectar micrófonos o transcribir la alineación de los equipos ya tienen el pergamino de periodistas deportivos.

Ese mismo jueves a la misma hora una empresa comercializadora de cerveza convocó a una reunión de prensa donde se iba a lanzar la nueva presentación de uno de sus productos. La invitación fue personal y bien hecha. Por la experiencia de dicha empresa se aseguraba que no sólo iba a ofrecerse un buen buffet sino buena bebida y, lo que más atraía a los hombres y mujeres de prensa, era la posibilidad que se dieran varios regalos entre los asistentes. El día anterior un periodista deportivo al recibir la invitación para la reunión con Butters me había advertido que sus colegas preferirían asistir a la reunión cervecera y no a la del periodista deportivo. Lo que en buena cuenta me estaba diciendo entre líneas era que él también tenía sus preferencias.

El problema del periodismo deportivo en Iquitos no sólo es que son unos muertos de hambre sino que sabiéndose ignorantes están por demás satisfechos con esa condición. Hay excepciones que confirman la regla, por supuesto. Pero no estamos tratando de las excepciones sino de la regla. Y es que el periodismo deportivo de Iquitos está de mal en peor. Porque el gremio que los agrupa lejos de organizar algún curso de capacitación para celebrar sus bodas de oro están preocupados en las francachelas. Y, peor aún, cuando les ponen servidito para que tengan algún tipo de conocimiento profesional lo que hacen es menospreciarlo. Y eso que no tratamos de los problemas del manejo económico de ese gremio porque los líos internos que ello provoca en verdad son penosos.

El periodismo deportivo en Iquitos seguirá en la mediocridad que le caracteriza desde hace varias décadas. Sin embargo, algunas instituciones se preocupan por organizar charlas con periodistas que pueden enseñarnos algo como Emilio Laferranderie, El Veco, y Phillip Butters porque abrigamos la esperanza que algún día entiendan que está bien llenar el estómago, pero estaría mejor llenar el cerebro de conocimientos.

Don Walter

Da lástima Walter Medina Llamosa cuando declara al diario oficial “La Región”. Aunque también da cierta risa el que le entrevista o, con cierta candidez, el que le pone la grabadora. Primero porque se consagra como un mentiroso que ya está pasando la frontera de la mitomanía. Y esta característica detectada en un Fiscal ya es no sólo preocupante sino peligrosa. Porque una persona así no puede seguir en el Ministerio Público.

Cuando dice que “estoy indignado por las publicaciones que hicieron sin siquiera haberme consultado sobre el caso. Es muy fácil manchar la honorabilidad de un magistrado, no sé si es represalia, ó alguien quiere perjudicar mi carrera”. Se olvida don Walter que un grupo de periodistas la mañana del lunes acudimos a su despacho para recibir su elemental versión sobre el caso y que su secretaria –con mucha cordialidad, es cierto- nos dijo en todos los tonos que no iba a recibirnos y que los periodistas en todos los tonos implorábamos para que nos de su versión y sabíamos que él nos escuchaba. Así no vale, don Walter. Porque usted tiene todo el derecho de responder a través de los medios que considera apropiados para sus intereses pero a lo que no tiene derecho es a mentir inmisericordemente. Con esa versión lo único que usted ha logrado es que el poco respeto que se tenía sobre su persona se diluya totalmente. Hubiera sido mejor que admitiera que no deseaba recibir a los periodistas porque estaba ofuscado, confundido y quería aclarar sus ideas. Nadie quiere perjudicar su carrera, don Walter. La carrera se la está perjudicando usted solito.Exclama usted que está llano a someterse a todas las investigaciones y hasta añade que se haría la prueba de ADN. No faltaba más. Qué de nuevo está diciendo usted, don Walter. Eso es lo mínimo que puede hacer. Es más, si se hace una investigación seria y pegada a la ley, será usted obligado a someterse a una prueba de ADN.Y como si no quisiera la cosa deja entrever que la menor MGRS tiene en usted a una tercera víctima. Ante la pregunta “inocente” del entrevistador sobre ¿O sea usted es uno más en la lista?, afirma que “hubo dos denuncias, una en el 2005, la otra en el 2006 y ahora parece que me tocó a mí. Después a quién será. Eso ya averígualo tú. Yo ya no quiero tocar el tema después de esta entrevista”. Encima cachoso y como quien dice, después de recibirte a ti, no quiero dar declaraciones a otros colegas. Los demás que vayan a freír monos. ¿De dónde ha venido, usted, don Walter? ¿Sabrá usted que mientras duren las investigaciones cualquier colega que se respete como periodista le abordará para hacerle las preguntas que no quiere contestar? Y no crea tampoco que en el supuesto que usted sea el tercero en la lista le excluye de cualquier investigación. ¿Qué está diciendo? ¿Que la menor fue violada varias veces? La gran pregunta que usted no la contestó es: ¿ha tenido amoríos con MGRS? Admítalo o niéguelo pero no crea que somos imbéciles para dar el caso por cerrado después de leer sus declaraciones que, más que hechas a un periodista, parece que fueron realizadas por una vendedora de UNIQUE, pues tiene el olor al maquillaje que usted necesita para que no se levante polvo sobre el caso.

Felizmente no negó a la chica. Tampoco negó el embarazo. No sería la primera vez que la denunciante pase a denunciada, aunque sea menor de edad. Si, como usted dice, se espantó con esta noticia al igual que su esposa, esperamos que se espante del Ministerio Público de una buena vez.

Sunday, February 11, 2007

El barrio


Entre todas las cosas que se está perdiendo en esta ciudad llamada Iquitos lo que más me produce desazón es la vida de barrio. Lo que más recuerdo de mi niñez y juventud es la vida de barrio que llevaba. Pertenecía a la cuadra 10 de la calle Putumayo y nuestro radio de acción se expandía varias cuadras a la redonda. Eran frecuentes las disputas futbolísticas entre “los de la Echenique” y nosotros. Tanto adultos como niños esperábamos con ansias la tarde del sábado para hacer todo lo posible para ganar. Como siempre ganábamos la disputa, adquiría un matiz expectante cada vez que llegaba un nuevo inquilino al barrio rival porque eso motivaba mejor la competencia. Pero no sólo la práctica deportiva era fascinante en el barrio de los años 70. También lo era el juego de los ampays, jet y nuguet.

Los ampays escondidos no eran otra cosa que esconderse en el lugar más difícil de ser encontrado y que el “que se la quedaba” sufriera hasta la desesperación para lograr su propósito. Ahí empezaban las primeras caricias sensualoides. Como era un juego mixto, los más traviesos aprovechábamos para cortejar –cuando no manosear- a las que se escondían cerca de uno. Y los más traviesos –entre los que no me contaba- aprovechaban desde el arranque porque siempre se las arreglaban para esconderse en pareja. Ya por esos años –entre 1977-79- los apagones sorprendían a cualquier hora de la noche. Los muchachos no sólo nos alegrábamos con ellos sino que pedíamos que fueran interminables porque eso prolongaba las caricias.

De esas andanzas de barrio –por una feliz iniciativa de mi tío Alejandro y mi padre Carlos- nació lo que inicialmente fue el humilde equipito –humilde tanto en vestimenta como en lo deportivo- llamado “Los seis diablos”, que gracias al empuje familiar no sólo marcó época sino que fue pionero en su género, al introducir –por ejemplo- el apellido de los jugadores en la espalda y lo que hoy se llama sponsor en el pecho. “Los seis diablos” era del barrio de la cuadra diez de Putumayo y tanto los que jugábamos como los que no tenían edad para ello nos sentíamos orgullosos del equipo. Cuando comenzamos llorábamos ante la inevitable derrota pero con el transcurrir de los años hicimos llorar a varios equipos que tenían que morder el polvo de la derrota ante el apabullante avance de los diablitos. Fue en ese barrio que me formé y donde compartí hermosos momentos con gente de toda condición. Desde los que llegaban con la opulencia que el trabajo de sus padres les brindaba hasta los que tenían que vender toda clase de productos en “la nocturna” de Rosa Agustina para ayudar a parar la olla de la familia.

Todas estas vivencias me vienen al recuerdo porque eso del barrio se ha perdido irreversiblemente no sólo en la calle Putumayo sino que me temo en toda la ciudad. El juego personal, el crecimiento urbano y los temores paternales prevalecen para que nuestros hijos no tengan “calle” como sí lo tuvimos nosotros. Y al ver a mi hijo jugar casi solitariamente “los carnavales” en mi propia casa sin nadie más que mojar que su hermana y sus primas, esos recuerdos del barrio se acrecientan y, como el espacio es corto, prometo que en próxima entrega les hablaré de los carnavales en la calle Putumayo.

Wednesday, February 07, 2007

Fiscal, váyase a su casa

El Fiscal Walter Medina Llamosa debe alejarse del cargo. No por él siquiera sino por los que acuden al Ministerio Público en busca de justicia. Es evidente que una persona con esa denuncia en su contra no puede continuar en el cargo. Y haría bien el siempre ponderado Fiscal Superior Luis Muñoz Rodríguez en pedirle en el acto su alejamiento del puesto. No es posible que una autoridad que se encarga de investigar la comisión de delitos tenga sobre sus hombros una investigación iniciada en la Fiscalía Superior. Nada menos que por haber embarazado a una menor de edad –que hasta podría comprenderse en estos y otros tiempos- sino por haberla abandonado en ese estado de gestación -13 semanas según certificó el médico legista- y comportarse como un irresponsable, aunque el término más exacto sea uno más drástico.

Y es que en el Ministerio Público se puede percibir que aún persiste una especie de espíritu de cuerpo mal entendido. Pues quienes creen que la solidaridad para con su colega es similar a no investigar o a minimizar la denuncia de la menor, jamás entenderán –y eso ya es una situación triste y lamentable- que han sido encargados de administrar justicia para precisamente defender a quienes lo necesitan. Y es evidente que la necesidad urgente de la menor de iniciales MGRS es la de defender la integridad de ella y la de la criatura que lleva dentro.

Hace mal Walter Medina Llamosa en esconderse detrás de su escritorio y de su cargo. Hace mal su secretaria al convertirse en escudera de un Fiscal así, porque no se crea que con esconderse se solucionará el problema creado, quizás porque su actitud siempre fue similar a la mostrada la mañana del lunes cuando los periodistas pugnaban por recibir su versión y lo único que encontraron fue una oficina poblada por cobardes que tienen –encima- la difícil misión de administrar justicia.

Para quienes piensan que no se debe escandalizar sobre el tema y que la prensa peca de injusta al abordar el mismo como lo está haciendo hasta hoy. Claro, aquí hay que hacer un paréntesis porque algunos propietarios de medios –dejo constancia que algunos periodistas se quedaron con sus notas en el morral porque los propietarios decidieron no “levantar polvo”- simplemente se han portado como siempre: como escuderos de la nada. Para todos los que así piensan sólo habría que decirles con total sinceridad y dureza: ¿qué hubieran hecho si la menor de edad embarazada fuera una de sus hijas?. La respuesta, creo, es obvia.

Lo mejor que puede hacer Medina Llamosa es irse a su casa. Dejar el cargo. Porque a partir del lunes sus colegas podrán solaparlo pero no le mirarán igual. Podrán saludarlo pero será el centro de las murmuraciones burlescas. Podrá investigar algunos casos pero jamás se le respetará. Podrá declarar a la prensa pero los periodistas sabemos que, como dicen los jóvenes de hoy: ya fue. Así que, mejor, ¡váyase a su casa! Lo lamento por su profesión y por su ca

Monday, February 05, 2007

Leer, leer y leer

Todos los maestros del periodismo coinciden en recomendar la lectura como fuente inagotable de desarrollo profesional y ampliación de los conocimientos. Hay alguien que inclusive ha dicho cuando le pidieron una recomendación a las nuevas generaciones: leer, leer y leer. El premio Nobel de Literatura José Saramago a sus 85 años declaró hace algunos días que continúa escribiendo "para intentar comprender" y porque no tiene otra cosa mejor que hacer, aunque es consciente de la posibilidad de que acabe sus días sabiendo lo mismo que sabía antes, es decir poco o casi nada. Que a los 85 años Saramago nos de esa lección de lectura y escritura es para repetirlo, más aún cuando tenemos en nuestras tierras –nuestras aguas es mejor decir- al escritor Mario Vargas Llosa que ha llegado con 35 amigos para visitar lo que antes fue su fuente de inspiración.

Sabido es que en nuestro país la lectura no ocupa un lugar preferente pero eso debe motivarnos a emprender una cruzada a favor de la lectura. Hace algunos días Alfredo Bryce Echenique –que visitó Iquitos invitado por Tierra Nueva- estuvo por tierras trujillanas y se dio tiempo para leer alguno de sus libros a un grupo de niños de la zona marginal de la capital liberteña y declaró a la prensa que se ha sentido satisfecho porque de esa manera contribuye con un granito de arena a impulsar la lectura. Y todos sabemos que quien lee mucho tendrá mucho que escribir. A su edad, Bryce ha declarado que está leyendo nuevamente Historia de la República de Jorge Basadre y que esa lectura le da una visión más optimista del futuro del Perú.

El destacado lingüista peruano Luis Jaime Cisneros –que prologó la edición loretana de El Quijote de la mancha que impulsó Tierra Nueva como celebración selvática de los 400 años de edición de la obra cumbre de la lengua hispana- declaró hace algunos días que “en casa, mi padre nos leía en voz alta fragmentos de El Quijote y Tradiciones Peruanas de Ricardo Palma. Esto crea costumbre. Ahora yo voy todos los meses con mi nieto a El Virrey para comprar un libro para niños”. Se entenderá pues que incentivar la lectura no sólo debe ser una política de Estado sino una dedicación familiar.

En esa misma dirección el poeta Marco Martos –que vino hace algunos años a presentar un libro de Miguel Donayre, traído por Tierra Nueva- ha dicho al diario El Comercio que “mi padre era un intelectual en Piura y tenía la casa llena de libros que estaban al alcance de la mano. El primer libro completo que leí fue Naricita del cuentista brasileño Monteiro Lobato”.Porqué traigo a cuenta estas opiniones. Sencillo. Porque estamos a tiempo para que las autoridades pongan en su agenda la implementación de bibliotecas públicas que incentiven la lectura. En Junín, por ejemplo, una maestra cesante ha donado un terreno para la construcción de la primera filial de la Biblioteca Nacional y hay toda una corriente para que las bibliotecas no tengan el rol pasivo de facilitadoras de libros sino proyectarse a la comunidad con actividades culturales. Como ambas corrientes aún no llegan a Iquitos, he querido llamar la atención para ver si alguien se atreve a ponerlo en agenda para que juntos descubramos que sólo la lectura cambiará nuestras vidas. Amén.

¿Será verdad todo esto?

No he venido a hablar de política. He venido de paseo con unos amigos. Navegaremos por el Amazonas. Todos alguna vez se equivocan. Estaré siete días en la selva. ¿Va a comer tacacho, doctor? Comeré de todo, juane también. Coma suri, doctor. Doctor, me firma un autógrafo, por favor. ¿Cuál es tu nombre? Hola, cómo estás. Tú eres de RPP, estás en todas partes. Vamos a ver a unos chinos que pusieron por equivocación en la Plaza de Armas. Esto casi nadie lo sabe. Mario, Mario, te están saludando por los parlantes. No quiero interrumpir la ceremonia. Sería bueno saludar al general y a las autoridades. Pero no hay que interrumpir la ceremonia. Ahh, me acuerdo que solicité el permiso para llevar un tigrillo. A Javier Dávila lo conozco. Ese tigrillo lo llevé a España. Le dieron de comer chorizo y cuando creyeron que tenía mucho calor le bañaron con una manguera y se murió con pulmonía. ¿Cómo está el hotel de turistas? Ahí yo viví bastante tiempo. El edificio donde quedaba la Comandancia General del Ejército está restaurado, eso me alegra. ¿Recuerda a alguna persona que le ayudó en la investigación para escribir Pantaleón y las Visitadoras, doctor. Claro que me acuerdo, pero muchos de ellos seguro ya estarán muertos. Me acuerdo de un curita, muy simpático que me ayudó muchísimo. ¿Será el padre Arroyo, doctor? Ese mismo, dónde está él, qué es de su vida, fue un cura muy simpático. Está muy enfermo, doctor, tiene un problema de salud que la neurología trata. El hotel de turistas está igualito. Qué es de la vida de un chino, que fue mi compañero en el Colegio Leoncio Prado, que era muy entrador y que me ayudó muchísimo cuando estaba en Iquitos. Conocía a todo el mundo. Ahh, doctor, el chino Julio Alarcón ya murió hace algunos años, pero el restaurante que tenía lo administra su esposa. Así, que pena, él me ayudó mucho porque conocía todos los huecos de Iquitos. Ya está haciendo su calorcito. Conoció al chino Tuchía, doctor. No, nunca lo conocí pero su historia me contaron varias personas. Bueno, nos vemos, que les vaya bien. ¿Usted cree doctor que podamos tomarle una foto en la lancha, en medio del río? Usted sabe que ésa es la foto que nos interesa, que los periodistas deben mandar como testimonio de la navegación por el río Amazonas. En principio no creo que haya inconveniente. No hay problema. Señorita ya el doctor autorizó para tomarle unas fotos en la lancha. No sé, señor, ellos están de descanso y es una visita privada. No le aseguro nada. Don Mario se pone al borde de la lancha para la foto deseada. ¿Puede irse a la parte de adelante, don Mario? Donde está el dragón, por favor. Un saludo, don Mario. Alce la mano, por favor. Suerte, que les vaya bien. Nos vemos el sábado. A usted también don Mario, feliz viaje de navegación. Feliz viaje.

Todas estas frases las pronuncié y escuché desde la tarde del sábado hasta la mañana del domingo. Mario Vargas Llosa llegó a Iquitos junto con 35 personas –entre amigos españoles y peruanos- para visitar la Reserva Nacional “Pacaya Samiria” durante siete días. Es la visita más importante de los últimos años. Don Mario Vargas Llosa recorrió las calles nuevamente, de lo que fue Iquitos, de lo que es Iquitos. Recordó a los personajes de “Pantaleón y las visitadoras”. Recordó a los amigos que le ayudaron en la tarea de escribir ese libro. Se paseó por el malecón, estrechó la mano de quienes se le acercaban. Conversó con los transeúntes. Autografió para este pechito en la última de sus novelas. Qué maravilla. Cuando llegué a mi casa, después de tomar las fotos cuando navegaba rumbo a Pacaya Samiria, sólo atiné a decir, cerrando los ojos: ¿Será verdad todo esto?.

Alegría sin igual

No he visto juego más democrático que el carnaval. Será porque tengo una mirada autoritaria de lo que es jugar con pichohuayo, maicena, caballusa y violeta de genciana. Pero de un tiempo a esta parte entre enero y febrero me entrego a las leyes del Rey Momo como un verdadero guerrero. Contribuye a ello, sin duda, las pandilladas de Explosión y sus bailarinas que parecen llorar sipi sipi cada vez que David Núñez nos recuerda los temas de Malapata.

Sé de quienes detestan el juego y ante cualquier polvito en la cara se ponen energúmenos. Sé también de los que se hacen los difíciles para jugar pero que darían cualquier cosa por recibir aunque sea un polvito de manos masculinas o femeninas. También hay de aquellos que no salen de sus casas por estas fechas para evitar ser “ensuciados”. Y me río de los que se hacen los importantes y reciben como respuesta despreciativa “no gasto pólvora en gallinazos”.
Nadie se puede resistir ante una pandillada. Que es diferente a una pandilla. En estas fiestas se demuestra la alegría de nuestro pueblo. Y si uno acude a un centro de baile debe saber que en cualquier momento la maicena o el agua caerán en el cuerpo. Ahí no debe haber distinciones. El blanquito o el negrito, el gordito o el flaquito, el altito o el chatito. Todos, como dice la canción, debemos pandillar. No hay ninguna explicación para echarle maicena a Chocolatín –que por estos días anda con aires de empresario- y no hacerlo a Martín Mesía que por estos días ha descubierto las bondades nocturnas de la mejor discoteca de Iquitos. No hay justificación para echarle maicena al destacado abogado Francisco Dongo, a quien se le ve merodeando con sospechosa frecuencia por el Complejo del CNI, y no hacerlo con el robusto Gordo Robalino. Cómo echarle el polvito blanco al jaranero Erick Romero y no hacerlo con el regidor Pepe Tafur, quien contra todos los pronósticos desde que ha inaugurado cargo acude con mayor frecuencia a escuchar la música del orgullo amazónico.

Pero si carnaval es democrático se debe entender que tiene sus excepciones. Pues el otro día me sugirieron “hazle jugar a los chechenios”. Y ahí sí, como diría el gordo Cassareto: “un momentito, momentito”. Y aquí lo confieso. Podré echarle maicena a todos, menos a los chechenios. Con ellos no se juega. Si no me creen pregúntenle a Jorge Linares. Me gusta el carnaval y valoro mi vida.
Por eso sugiero a quienes no gustan de este juego a que se queden en sus casas. Aunque, claro, deploro que se tire globos con agua a vehículos en movimiento porque el impacto que esto produce es terrible. Y todo juego que pasa a ser agresión ya pierde su condición. Y, otra confesión, si yo pudiera jugar todos los días de febrero no dudaría en hacerlo porque creo que carnaval manda y nadie demanda.

Con el inicio del mes de febrero también comienza el mes de carnaval y todo se permite. Que el pichohuayo te roce la nariz y comprobar que quien le puso el nombre a ese huayo hizo una mala analogía. Que de una buena vez se comience una producción extraordinaria de almidón para reemplazar a la maicena. Que se haga sembríos de caballusa en la zona urbana para que todos los ciudadanos tengan, literalmente, al alcance de sus manos este material. Que las boticas regalen violeta de genciana por cada cinco soles de compra. Y que el rey Momo publique un decreto donde se conmine a todos a usar la ishanga como complemento del juego para que vean lo lindo que es jugar carnaval y sentir la comezón de esta planta y, mejor aún, la satisfacción que provoca rozar el cuerpo de una mujer con esta ishanga. Carnaval es alegría sin igual.

Las disculpas de Iván

Manuel Abanto, dirigente de la CGTP, ha dicho que Yván Vásquez Valera, presidente del Gobierno Regional de Loreto debería pedir (en verdad el término es ofrecer) disculpas porque ofendió a los gremios y que en la última marcha callejera los trabajadores de construcción civil no han salido con palos porque “con palos andan los monos”. También incidió en que el líder de Fuerza Loretana debería explicar su presencia en Lagartococha que lo hacía “un vendepatria”. Me temo que el reemplazante temporal de Manuel Coronado Lino esté cometiendo los mismos desatinos y errores del dirigente varias veces reelegido de los trabajadores de construcción civil.
Yván Vásquez Valera no tiene –y haría mal si cae en el juego propuesto inconscientemente por Abanto- nada de qué disculparse. Porque lo que dijo públicamente es lo que muchos no se atreven a decirlo. ¿Cómo se llama a aquellos que palo en mano salen a protestar como si se tratara del tiempo de lo bárbaros y cuando se agrede a un camarógrafo salen a hablar de infiltrados para salvar su responsabilidad? Todos los ciudadanos de Iquitos hemos visto en reiteradas oportunidades que las marchas de los trabajadores lejos de convertirse en acciones reivindicativas se convierten en actos vandálicos que desprestigian el motivo de la lucha.

También hemos apreciado grescas terribles entre los trabajadores comandados por Coronado y los que sin estar afiliados a gremio alguno tienen derecho a un puesto laboral. Es decir, trabajadores contra trabajadores cuando deberían no sólo tener claridad en la lucha sino unidad. Tomamos la palabra a Abanto cuando dice que no son monos para salir con palos. Esperamos que de hoy en adelante no lo hagan y que lejos de intimidar a quienes necesitan circular por la Avenida Quiñones traten de persuadir para que se sumen a la lucha. Sabemos que lo segundo es difícil de lograrlo. Pero ahí está la responsabilidad de los dirigentes.

Eso de reiterar el caso de Lagartococha y el término “vende patria” me temo que lejos de ayudar a solucionar problemas lo que hará es que nadie tome en cuenta seriamente al dirigente. Por dos razones. Primero porque habría que revisar los archivos periodísticos y encontrar los nombres de quienes apoyaban las movilizaciones a favor de la firma del acuerdo entre Perú y Ecuador. Nos llevaríamos varias sorpresas. Una de ellas sería el apreciar a varios dirigentes sindicales que hoy denostan del acuerdo, vitoreando para que se firme el mismo. En segundo lugar, comete un error Abanto si considera que con esas expresiones le quitará respaldo ciudadano a Yván Vásquez Valera, ya que esos mismos argumentos se mostraron en la campaña electoral del año pasado y nada de ello impidió que Fuerza Loretana se convierta en la primera fuerza política regional con una votación que ni los mismos estrategas esperaban. Seguir con esos argumentos hará que la protesta de los trabajadores siga sin rumbo claro y, lo que es peor para los intereses que Abanto dice defender, desprestigiará aún más la lucha gremial.

Si Manuel Abanto sigue con esos argumentos y esas declaraciones no tendrá que exigir disculpas a Yván Vásquez Valera sino que el Presidente del Gobierno Regional de Loreto le enviará una carta de felicitación porque le favorece a su gestión que se siga desprestigiando esa dirigencia y la autoridad regional mostrará como logro el haber hecho que los seguidores de Coronado y Abanto dejen los palos, por lo menos.

P.D.: Concluido este artículo me entero que un bebé de 10 meses de nacido murió en un enfrentamiento de dos bandos de construcción civil en el Callao. Producto de una herida de bala que le destruyó el cerebro.