periodismo loreto

Articulos escritos por el periodista Jaime Vásquez Valcárcel desde Iquitos, capital de la Amazonía peruana.

Sunday, February 11, 2007

El barrio


Entre todas las cosas que se está perdiendo en esta ciudad llamada Iquitos lo que más me produce desazón es la vida de barrio. Lo que más recuerdo de mi niñez y juventud es la vida de barrio que llevaba. Pertenecía a la cuadra 10 de la calle Putumayo y nuestro radio de acción se expandía varias cuadras a la redonda. Eran frecuentes las disputas futbolísticas entre “los de la Echenique” y nosotros. Tanto adultos como niños esperábamos con ansias la tarde del sábado para hacer todo lo posible para ganar. Como siempre ganábamos la disputa, adquiría un matiz expectante cada vez que llegaba un nuevo inquilino al barrio rival porque eso motivaba mejor la competencia. Pero no sólo la práctica deportiva era fascinante en el barrio de los años 70. También lo era el juego de los ampays, jet y nuguet.

Los ampays escondidos no eran otra cosa que esconderse en el lugar más difícil de ser encontrado y que el “que se la quedaba” sufriera hasta la desesperación para lograr su propósito. Ahí empezaban las primeras caricias sensualoides. Como era un juego mixto, los más traviesos aprovechábamos para cortejar –cuando no manosear- a las que se escondían cerca de uno. Y los más traviesos –entre los que no me contaba- aprovechaban desde el arranque porque siempre se las arreglaban para esconderse en pareja. Ya por esos años –entre 1977-79- los apagones sorprendían a cualquier hora de la noche. Los muchachos no sólo nos alegrábamos con ellos sino que pedíamos que fueran interminables porque eso prolongaba las caricias.

De esas andanzas de barrio –por una feliz iniciativa de mi tío Alejandro y mi padre Carlos- nació lo que inicialmente fue el humilde equipito –humilde tanto en vestimenta como en lo deportivo- llamado “Los seis diablos”, que gracias al empuje familiar no sólo marcó época sino que fue pionero en su género, al introducir –por ejemplo- el apellido de los jugadores en la espalda y lo que hoy se llama sponsor en el pecho. “Los seis diablos” era del barrio de la cuadra diez de Putumayo y tanto los que jugábamos como los que no tenían edad para ello nos sentíamos orgullosos del equipo. Cuando comenzamos llorábamos ante la inevitable derrota pero con el transcurrir de los años hicimos llorar a varios equipos que tenían que morder el polvo de la derrota ante el apabullante avance de los diablitos. Fue en ese barrio que me formé y donde compartí hermosos momentos con gente de toda condición. Desde los que llegaban con la opulencia que el trabajo de sus padres les brindaba hasta los que tenían que vender toda clase de productos en “la nocturna” de Rosa Agustina para ayudar a parar la olla de la familia.

Todas estas vivencias me vienen al recuerdo porque eso del barrio se ha perdido irreversiblemente no sólo en la calle Putumayo sino que me temo en toda la ciudad. El juego personal, el crecimiento urbano y los temores paternales prevalecen para que nuestros hijos no tengan “calle” como sí lo tuvimos nosotros. Y al ver a mi hijo jugar casi solitariamente “los carnavales” en mi propia casa sin nadie más que mojar que su hermana y sus primas, esos recuerdos del barrio se acrecientan y, como el espacio es corto, prometo que en próxima entrega les hablaré de los carnavales en la calle Putumayo.

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